martes, 27 de octubre de 2015

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Por la noche, vi a San José que tenía en su mano derecha un lirio. Le acompañaban Santa María de Jesús Crucificado, que estaba a su derecha, y Santa Teresa de Ávila, que estaba a su izquierda. Alrededor de San José había 12 ángeles formando una corona. San José me habló en privado, me bendijo y luego desapareció. Pensé que la aparición había terminado, pero poco después Nuestro Señor Jesucristo apareció majestuosamente, tenía una corona de oro en la cabeza, una túnica dorada y un manto blanco resplandeciente. De las heridas de sus manos y pies salían rayos que iluminaban todo el lugar donde nos encontrábamos. Jesús pronunció el siguiente mensaje

Mi paz esté con vosotros.

Yo soy la Luz del Mundo que os llama a la conversión. No seáis sordos a mi voz, no seáis rebeldes, sino obedientes a mi llamada.

Os hablo, os llamo, os invito a estar unidos en mi amor, pero tantos desean vivir en el pecado y van por el camino equivocado.

Volved, volved al camino de conversión que os señala mi Madre Santísima. Consagraos a la protección de mi Virgen el Padre José. Le he enviado en este momento para defenderos de los peligros actuales.

Grandes tinieblas desean hundir mi santa barca, pero el demonio no lo conseguirá. Rezad el Santo Rosario a mi Madre, pues en sus manos he puesto las gracias necesarias que os ayudarán a vivir en la fe, la paz y la protección en estos tiempos de duras pruebas, que irán creciendo cada vez más para que yo pueda separar la paja del trigo. Estoy purificando mi Iglesia y el mundo, y lo purificaré aún más, pues mi fuerte brazo limpiará toda la suciedad y destruirá todo lo que está cegando a muchos de mis amados hijos, que se han enfriado en su fe y se han dejado llevar por ideas humanas y pensamientos peligrosos que no están de acuerdo con mi voluntad. Vive mis mandamientos y enseñanzas.

La mujer vestida de sol está luchando contra el dragón rojo. Ella está brillando en el mundo, preparando los corazones para mí, el Señor. Bienaventurados los que escuchan sus llamadas y las ponen en práctica. Pero os digo que todos los que permanezcan sordos no soportarán las pruebas venideras y no tendrán fuerzas para seguir adelante.

Luchad por vuestra salvación. Entregaos a la protección de mi Virgen el Padre José y dad a conocer su Corazón puro y santo, y yo os bendeciré mil veces y os concederé un océano de gracias y bendiciones del cielo que servirán para el bien de vuestras almas, de vuestras familias, de la Iglesia y del mundo.

Volved a vuestros hogares con mi paz. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.